Siempre he comparado la mujer con un Diamante, una gema valiosa. Y mi reflexión surge no sólo como una pensamiento romántico, sino también tomando su biología como base.
La naturaleza misma ha dotado a las hembras de todas las especies de una gran capacidad para tomar el papel del macho y defender sus crías en caso de que aquel se ausente. En nuestra raza humana, esta realidad se manifiesta una y otra vez. Aunque la presencia del hombre en la familia es importante, diariamente muchas madres solteras sacan exitosamente adelante su familias. Más que simple suerte o azar, el cerebro femenino tiene grandes fortalezas.
Sus áreas cerebrales para el lenguaje y la audición tienen 11% más neuronas. Esto provoca que hablan primero que los hombres y son más hábiles para el manejo del lenguaje, lo cual les brinda una mayor capacidad de comunicación. Su actividad cerebral es bilateral y tiene más conexiones entre ambos hemisferios. Sus circuitos cerebrales pueden almacenar recuerdos a detalle y a largo plazo. Sé que con el tiempo, la misma ciencia comprobará el desarrollo de cambios óseos en el cuerpo femenino de acuerdo a su estado civil.
La mujer es magia hecha carne. Sin embargo, en momentos desconoce su valor, y ella misma permite ser encarcelada. Ella es magia pura, y ocasionalmente autoriza ser tratada como un truco barato de circo rodante. Ojalá y reconozca su propia luz y poder.
Esta reflexión mi hizo escribir lo siguiente.
Y si esa mujer supiera, por fin su gran valor,
saldría para siempre, de esa jaula de dolor.
Rompería los barrotes, que aprisionan su corazón.
Latiría libremente, y diríamos que al fin voló.
Y si esa mujer supiera, que nació para ser amada,
palabras y dulces caricias, únicamente aceptara.
Y si esa mujer supiera, que en vez de luna y estrellas
merece de este mundo, ser tratada como Reina.
Ella en la calle sonríe, y en silencio guarda sus penas.
Es una sola, con muchos rostros, mueve tu mano y protégela.